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Nuestra Historia

Los Inicios

 

A principios del siglo pasado, Ñuñoa poseía un territorio casi tan vasto como lo es actualmente la jurisdicción del Gran Santiago. Sus extensas alamedas y la existencia de apacibles haciendas fue el lugar escogido por preclaros personajes de nuestro país para pensar y diseñar los destinos de Chile.

 

Por los años 50, la comuna ya se perfilaba como un sector eminentemente residencial.

 

La inmigración desde los campos y el crecimiento demográfico habían generado un profundo cambio en la fisonomía de la ciudad y nuestra comuna sería testigo de una acelerada urbanización.

 

Es por eso que el Cardenal Caro tenía la inquietud de fundar una parroquia en un sector de Ñuñoa. Contaba con un terreno que había sido donado por la Congregación de la Divina Providencia, de unos 3.000 metros cuadrados, en el que se podría construir una Iglesia y una casa parroquial. Se ubicaba en la calle Diego de Almagro, cerca del cruce Avenida Ossa-Tobalaba.

 

Un día, de improviso, el primer cardenal chileno visitó un colegio dirigido por los padres dehonianos, holandeses, y les plantea la idea de fundar una nueva parroquia. La congregación en Chile se comunica y pide la autorización al Superior Provincial en Holanda, el cual aprobó el proyecto. Habría parroquia, con la ayuda de Dios.

 

¿Cómo se llamaría la nueva parroquia? La Congregación de la Divina Providencia, que había donado el terreno había puesto eso sí, una condición. El nombre de la futura parroquia no se discutiría: sería “Santa Marta”, en honor a la santa patrona de la Superiora General de dicha congregación, Rvda. Madre Marta.

 

 

Después de la donación, el Arzobispado de Santiago compró de la misma Congregación otro terreno más, deslindado al anterior, pero algo más pequeño. Así, la nueva parroquia disponía de un terreno de casi 6.000 metros cuadrados para la construcción de una iglesia, la casa parroquial, y ahora sí, también una escuela. 

 

Y comienza la campaña para reunir fondos

 

El p. Figee, encargado por la congregación para iniciar la obra, comenzó inmediatamente con una campaña para juntar fondos. Un bienhechor, Don Eduardo Marín ayudaría a construir la iglesia y la casa parroquial. Los planos se encargarían a un joven arquitecto, Don Luis Garretón.

¿A qué se parecen estos planos?,  ¿Es una Iglesia?,  a decir verdad,  al Sr. Cardenal y a muchos otros no les gustó mucho el proyecto. “Extraño el estilo”, dijeron. Sin embargo,  a pesar de las opiniones, los planos fueron finalmente aprobados por la Comisión episcopal de construcciones... a la cual pertenecía un tío del  joven arquitecto.

 

El 17 de Noviembre de 1951 es un día importante. Mons. Pío Alberto Fariña, Obispo auxiliar de Santiago, en ausencia del Sr. Cardenal, viene a colocar la primera piedra de la futura iglesia parroquial.   Asisten, además de los futuros feligreses, el Embajador de Holanda, el superior de la Hermanos de La Salle, cohermanos, y personas interesadas.

 

La Construcción de la Parroquia

 

Al año siguiente, el 1 de Julio de 1952, comienza la construcción de la Iglesia de Santa Marta. La obra pastoral está en manos ahora del padre Jaime Póstuma, que se convertiría pronto en el primer párroco de la futura parroquia santa Marta.

 

¿Qué hacer para generar fondos? Primera rifa de Navidad de la parroquia de Santa Marta (1953) 

La obra continúa. El cuatro de Abril de 1954 se erige la nueva parroquia. El Señor Cardenal había firmado el decreto según el cual se erigía la parroquia santa Marta e instalaba como párroco al P. Jaime Póstuma. Muy pronto, sin embargo habría cambio de párroco.     Pronto aparece por la parroquia el P.J. Smeets, quien viene a vivir sólo “momentáneamente” en Santa Marta.

Pero como “el hombre propone y Dios dispone”, los superiores de la congregación han decidido entregarle otra tarea al padre Jaime, por lo que en marzo de 1957 el p. Smeets asume como segundo párroco de Santa Marta.

La Escuela

Al P. Juan Smeets le tocará llevar a efecto un proyecto que los padres traían desde el principio: construir una escuela parroquial.  En Julio de 1957 el padre Juan comenzó con la construcción de dos salas, gracias a la subvención que el P. Póstuma, su antecesor, había conseguido del Gobierno, mediante el feligrés Don José Manuel Matte Yánez. 

 

Pero muy poco alcanza a hacer el segundo párroco de santa Marta. El Primero de Julio de 1958 debe dejar la parroquia pues ha sido nombrado Superior regional de la congregación.

 

La Parroquia lo despide y lo sucede el P. Cornelio Selders, que permanecerá ocho años en la parroquia.

 El padre Cornelio se dedica desde el inicio de su período a la realización de la escuela parroquial.  Quiere abrirla el próximo año. Así, el primer domingo del año 1959 comunica a los fieles que espera abrir en marzo la escuela parroquial. A principios de febrero el p. Cornelio va con la Sra Isabel Giraud de Giroz a la Escuela Nacional Santa Teresa para pedir profesores. En la tarde se presentaron dos señoritas para ver la escuela y hablar sobre las condiciones

El día siguiente avisarían si aceptan, si o no. Pero no volvieron nunca. Tiempo perdido. ¿Qué hacer? El P. Cornelio fue entonces a hablar con el P. Antonio, el párroco de La Reina, quien le aconsejó tomar religiosas. Así nació la idea de tomar religiosas para nuestra escuela, pero “Dios tiene que hacer un milagro”.

Son fines de febrero. Ahora sí se puede matricular. Pero aún no están listas las salas de clases.  El primer día de matrícula ya hay 92 niños inscritos. Suben luego a 115 niños matriculados. Llegaron los vidrios y planchas de zinc para la escuela.

Llega el primer día de clases. Tres religiosas recomendadas por el P. Antonio, de la parroquia de La Reina y 115 niños. Dice la crónica: “Hubo una ceremonia cívica. A las 9.00 hrs. se formaron los niños delante de la Bandera y mientras se cantó la canción nacional y el párroco y director izó la Bandera. Luego dio la bienvenida a las profesoras y a los niños y destacó la significación del acto para la parroquia y para los niños que carecen de enseñanza.

Dio gracias a Dios y a todos los que han contribuido en la realización de esta obra educacional”. Estaban presentes el P. Juan Smeets, ahora Superior Regional, quien en calidad de párroco había comenzado la construcción de las dos salas.

Es un emotivo momento. Junto al p. Juan, el constructor, don Hugo Bunster, el Sr. Miguel de la Cerda, Señora e hijo Miguel, Sor María y Sor Ana.

 

¿Cómo se va a financiar la escuela?

 

Allí estarán Miguel de la Cerda, Pedro Serrano y Sra, el Sr. Díaz y su esposa, la Sra. María Barros, Hernán Vargas;  Federico Villaseca, Jaime Zañartu, y varios otros, pensando las maneras.  Y se decide pedirle a los fieles de la parroquia que puedan tomar a cargo la enseñanza de un niño, de medio niño o de un cuarto. 

En abril se hizo un horno de campo para hacer pancito amasado. La harina viene de Cáritas, pero el sabor lo ponen las manos de las voluntarias. Todos los días los niños tienen pan, rico y sabroso. Y muy pronto, una olla infantil.

Las señoras de la Acción Católica recolectaron víveres en el barrio de la parroquia. Pero hace falta más dinero y se organiza un Té canasta en el hotel Crillón.

 

Bendición y Dedicación

 

Se suceden las bendiciones. Primero le toca a la escuela: Viene esta vez el Sr. Administrador Apostólico Monseñor Emilio Tagle Covarrubias, futuro obispo de Valparaíso. “Asiste el Comité Pro-Escuela, todas las Instituciones parroquiales, el Club Deportivo Santa Marta del Barrio, Monseñor Eladio del Villar, el P. Enrique Figee, Director del Colegio en fundación en Avenida Colón, Sr. Jerónimo Saa, regidor de Ñuñoa, los padre y parientes de los niños, todas las monjas del P. Antonio y muchos cooperadores y feligreses de la parroquia, y la banda de niñas de la Escuela de Santa Marta con dos religiosas Hijas de Caridad

 

Y después le toca a la parroquia. Es pleno invierno de 1960 Mons. Teodoro Eugenín viene a inaugurar solemnemente y a bendecir la Iglesia parroquial de Santa Marta. Tenemos parroquia, tenemos escuela. Todo listo para empezar.

El Concilio

Hacia los años 60 hay vientos nuevos en la Iglesia. Mientras el mundo vivía una de las etapas más difíciles de la llamada guerra fría, Juan XXIII, el Papa bueno, había convocado un concilio que tendría vastas repercusiones en todo el mundo cristiano.

Se realizaría en el Vaticano, muy lejos, pero los fieles muy pronto los advirtieron muy cerca de ellos.

En efecto, uno de los aspectos más notorios de la renovación que estaba experimentando la Iglesia tenía que ver con la liturgia, con la celebración de los sacramentos, ahora en castellano, más cercana, más expresiva y más participativa

En Chile además, se realizaría una gran misión, convocando a todas las familias a reunirse en torno a la Palabra de Dios, formando comunidades. En Santa Marta la escuela parroquial sigue concentrando la mayor atención de sus pastores, y se logra construir un pequeño convento donde vivirán las hermanas que enseñaban en la escuela.

 

En la parroquia los fieles recordarán estos años como la época en que entraron las guitarras a la Iglesia, animando misas a la chilena, con Vicente Bianchi y un coro que llevaría el nombre de Santa Marta a todo Chile y el extranjero.

 

En esos años llega el P. Patricio Roovers, quien fue nombrado vicario cooperador; y más adelante, el 66, la parroquia tendría un nuevo párroco: es el P. Luis Siebelink.

 

El padre Siebelink será su pastor hasta el año 1979, cuando venga el p. Luis Enrique Díaz, sacerdote diocesano, quien estuviera como párroco de Santa Marta hasta el año 1982.

 

El año 1982 asume como párroco el p. Arturo Classens y se inicia una etapa en la vida de la Parroquia con mucha fecundidad por la creación de comunidades de señoras que se reúnen a reflexionar en torno a la palabra de Dios.

 

Sin duda una de las obras más importantes en esta etapa fue la construcción de una casa digna donde habitaran los sacerdotes y la construcción de la Casa Pastoral con varias salas para las reuniones de cada comunidad, todo esto guiado por el vicario parroquial p. Enrique Merks y la ayuda monetaria de la Congregación de los Sagrados Corazones de Alemania y Holanda.

Termina su período el año 1998, dejando un hermoso testimonio de amor a los enfermos. Es el año en que la congregación de los padres dehonianos deja definitivamente la parroquia.

Una etapa que termina, otra que comienza. 

 

 

El Jubileo

Hacia fines del siglo, la Iglesia local se disponía a implementar los frutos de su IX Sínodo, convocado por su pastor, Mons. Carlos Oviedo Cavada..

 

 

Las comunidades de la parroquia se dedicaron con empeño y participaron en su elaboración. Pero el Papa Juan Pablo II también tenía ideas para esperar el nuevo milenio, por lo que la vida parroquial se vio marcada profundamente por las actividades de preparación al Jubileo de la redención convocado por el Santo Padre. Mientras a Roma llegaban peregrinos de todas partes del mundo, en la parroquia Santa Marta, animada ahora por el P. Javier Ignacio Barros Bascuñán, se quería vivir muy de cerca las realizaciones que el sucesor de Pedro inspiraba a las iglesias locales.

 

Peregrinaciones, retiros, misiones puerta a puerta, catequesis, y tantas actividades que dieron frutos de conversión en tantas personas, que se transformaban ahora en una hermosa promesa para la Iglesia. La vida parroquial, se fue nutriendo cada vez más de la Eucaristía ahora celebrada diariamente por las tardes, por el rezo del Santo Rosario, y por la realización de cursos y retiros que buscaban fortalecer la formación religiosa y espiritual de todos los fieles. El Padre Alejandro Meo, vicario parroquial, animó la formación de los grupos de la Escuela de la fe; se comenzó una pastoral familiar destinada a fortalecer la vida cristiana de los matrimonios, y los jóvenes comenzaron a sentirse atraídos irresistiblemente por un Señor Jesús que no conocían y que ahora les cautivaba el corazón.

 

La belleza también es importante para los que creen en Dios, que hizo todo tan bello y los años no habían pasado en vano en un templo parroquial que reclamaba una debida atención- Es por eso que se iluminó adecuadamente el templo, se dispuso un arreglo en el presbiterio reubicando el lugar del Sagrario, aparecieron vitrales, confesionario y una hermosa capilla para los velatorios.    Se repensó el atrio de la parroquia de tal manera de poder construir en el
futuro un campanario, única estructura que faltaba para que la parroquia estuviera ya completa.

 

 

El Templo Parroquial

 

La edificación del templo parroquial estuvo a cargo del arquitecto Luis Garretón. Se puso la primera piedra el año 1951. Comenzó la construcción el año 1952 y se terminó el año 1960. La decoración interior fue encomendada al artista Vittorio Di Girólamo, quien realizó su obra, los murales con la historia de la salvación y vía vía, el año 1958. También es autor del “Pentecostés”, ubicado a un costado del presbiterio Posteriormente, el año 2001 se le encomendó que pintara la cruz que se ubica sobre el altar. La imagen en madera de Santa Marta es según testimonios, de Peter Horn.

 

El presbiterio de la parroquia fue modificado, según el diseño de los arquitectos Matías Bascuñán y Marcia Saavedra. Se le encargó al matrimonio Grez - Armanet, prestigiosos artesanos de arte sagrado, que diseñaran el nuevo sagrario. Se construyó un confesionario y se adecuó una antigua sala como capilla velatoria, independiente del templo parroquial. El diseño de iluminación se encargó a Ramón López.

 

El campanario es obra de los arquitectos Matías Bascuñán y Marcia Saavedra.

Durante 2010 y 2018 el párroco de Santa Marta fue Pbro. Juan Francisco Pinilla. A contar del 10 de marzo de 2019 nuestra parroquia cuenta con nuevo párroco el padre Miguel Luis Gonzalez.

A continuación un pequeño video con imágenes de nuestra bella historia:

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